
Oskar está lleno de miedos, dudas, ira y tristeza. Se pregunta "¿sufrió mi papá?", "¿lo voy a olvidar?", "¿por qué la última vez que lo vi no le dije que lo quería?", entre muchas otras cosas. Es ese miedo olvidar y una casualidad, encuentra en el placard de su padre un sobre con un nombre que adentro tiene una llavecita, lo que lo sumerge en una gran búsqueda por la verdad, por la memoria, por su padre al que no quiere dejar ir.
Después de leer la síntesis pensaran que es un libro triste. Sí y no. Tiene también muchas partes graciosas, no olvidemos que esta contado por un niño. Un niño que se hace querer, y mucho.
El libro es un desafío por cómo está planteado y cómo está ejecutado. Se dice que es un ejemplo de literatura visual (proveniente de la escuela contemporánea postmodernista), en realidad esto no es importante, al menos a mi no me interesa poder clasificarlo o encasillarlo; lo único que me importa es que el autor se arriesgó desde todos los puntos de vista posibles y salió airoso.
Es un libro difícil por lo qué cuenta y por cómo lo hace. Invita a pensar. A mi me hizo reír y llorar. Me conmovió y me envolvió de una manera que hace rato no me sucedía. No recuerdo por qué ni cómo lo elegí pero estoy feliz de haberlo hecho y se los recomiendo. Jonathan Safran Foer se ganó un lugar entre mis favoritos y seguramente nos volveremos a encontrar.
Puntaje: 10